El Principito.

El Lu es un niño de 11 años. El Lu está en séptimo de básica, es tan flaco y los estirones que se está dando hacen que ese aspecto se le marque más, la genética está ahí, seguro va a ser igual de alto que su papá. El Lu es el niño más tímido y por lo tanto el más tierno, eso solo hasta que agarra confianza y se siente a salvo como para mirarte fijo con esas dos pelotitas saltarinas cubiertas por esas pestañas que me muero por tener. ¡Qué ojos más grandes tiene! Son para mirarte mejor. Cuando sonríe pasan dos cosas: Te indica esos dos dientes gigantes un poco torcidos, sale un ruidito que tiene el poder de secarte las lágrimas y ver al mundo con un color un poco más feliz. Sus notas no son buenas y tampoco le gusta leer, prefiere andar corriendo por la casa pistola en mano, matando a monstruos y extraterrestres para defenderme, pero de vez en cuando, tengo la dichosa oportunidad de que me visite en mi cuarto y casi a oscuras leerle algunos cuentos de Poe. 
Crecimos juntos, éramos tres, en orden descendente: Yo, el Juandi y el Lu. El Juandi ya no está, lo extrañamos mucho, a veces lloramos por él y luego cerramos el acto matándonos de la risa por algún recuerdo. Nos gustan las mismas cosas, nos reímos de los chistes que los demás no entienden, se roba mi celular para pasarse mi música. Soy su hermana mayor, su mejor amiga y su referente. Empezó jugando Mario Bros conmigo, ahora ya ni me pide ayuda, es más me gana en todas las partidas. Extraño pasar más tiempo con él, quisiera sentarme a su lado y ayudarle a hacer sus deberes o simplemente quedarnos en la sala viendo Dragon Ball y comiendo canguil, su único vicio. La universidad me impide hacer esas cosas, pero me reconforta llegar a la casa sin que él se de cuenta porque el volúmen de la música está muy alto, subir las gradas, asomarme a la sala y verlo actuando como un rock star, mientras hace una voz gruesa para cantar Mago de Oz. A veces cuando algo no le sale bien, viene a mi cuarto, me pide que ponga algo de Nirvana y que le suba el volumen para que nadie le escuche gritar: "PUUUUUTAA". Termina el ritual, bajo la música y ya más calmado se va. Que yo soy la única que tiene la potestad de joderle, que a mi pueden hacerme lo que quieran, insultarme o pegarme, pero que si a él se atreven a hacerle algo no respondo. Si él ríe yo río, si llora yo lloro y luego voy con los reclamos para el causante de ese crimen. 
 Me hace feliz todo él. Mi chiquito. El guapo de los ojos grandes, que casi no ven. El ya casi adolescente que aún tiene la mente de un niño. Si el doctor dice que es especial y que tiene un problema, SI el Lu es un niño especial, siempre lo supe y SI también tiene un problema, su problema es que no puede calcular cuánto es que yo le amo.